Normalmente se le suele dar menos importancia a Haydn, y
suele ser porque se le compara casi siempre con Mozart. Y la comparación no
tiene mucho sentido, la verdad. No se me ocurriría, por supuesto, negar la
importancia de Mozart, ni discutir que fue un genio, un caso único y que
prácticamente no se ha vuelto a repetir en la historia de la música. Pero esa
genialidad no debe cegarnos ni dejarnos ver que, en realidad, no fue un
compositor tan innovador como, por ejemplo, Haydn.
A Haydn le debemos nada menos que la invención o, por lo
menos, el establecimiento como agrupación musical, del cuarteto de cuerda como
lo conocemos en la actualidad. Y otro tanto se podría decir de la sinfonía, el
trio con piano, etc, o la misma forma sonata. Con toda seguridad en ninguna de
sus obras encontraremos la genialidad de algunas de Mozart pero, a cambio, en
prácticamente todas sus obras (y fue un compositor realmente prolífico) el
nivel es muy alto y tiene muy pocas obras que desmerezcan.
Centrándonos en el cuarteto de cuerda, tras sus primeros
intentos con los primeros números de opus, que eran prácticamente divertimentos
de seis o siete movimientos, a partir ya de sus op. 20 y 33 se trata de obras
maduras, con una forma absolutamente establecida. Y no pensemos que Haydn es un
artesano aburrido que hacía cuartetos rutinariamente: su invención no tiene
límites, siempre está intentando cosas nuevas, y sus obras a menudo estén
llenas de bromas, guiños, sorpresas: en suma, de un sentido del humor y una
alegría siempre presente. Tal vez nada tan genial como algunas obras de Mozart,
pero prácticamente todo de un gran nivel.
Su op. 50 es de la época central, y consta de 6 cuartetos. Y
en esta ocasión me ocuparé de la versión del Tokyo String Quartet.
Se trata de una de las primeras grabaciones de este grupo, y
por aquel entonces estaba formado por cuatro japoneses: Koichiro Harada,
Yoshiko Nakura, Kazuhide Isomura y Sadao Harada. Y la versión es espléndida.
Tuve esta grabación, en vinilo, hace muchos años, en los años en que terminaba
mis estudios y comenzaba a trabajar profesionalmente como violinista, y
recuerdo que para mí eran como un modelo a seguir, tanto técnicamente como
musicalmente. Recuerdo escuchar una y otra vez, partitura en mano, estos
cuartetos, y para mí se trataba de una manera de tocar ideal para esta música y
esta época.
Escuchemos el comienzo del 3º cuarteto, por ejemplo:
La articulación es limpísima, con los golpes de arco *
idóneos en cada momento: el spicatto justo, la dinámica exacta, la afinación
impoluta...
Pero no pensemos que, al ser japoneses, entran en el tópico
de que se trata de hábiles imitadores y que son fríos. Escuchemos el comienzo
del movimiento lento del 2º cuarteto:
Hasta el minuto 0:39 no nos damos cuenta de que el 1º violín
ha estado callado, y que quien ha estado tocando la melodía de esa fantástica
manera era el 2º. Y cuando el primer violín lo repite, una octava más alta, nos
damos cuenta de la calidad de su expresión: vibrato amplio y variado, emoción,
belleza y variedad de sonido... para un violinista atento es toda una lección,
casi puede adivinar los arcos que está tocando, así como las digitaciones
empleadas.
Por último, el primer movimiento del 4º cuarteto, toda una
exhibición de virtuosismo: aparte de lo ya mencionado anteriormente de limpieza
de articulación, idoneidad de los golpes de arco, es que son excelentes
instrumentistas: escuchemos en el minuto 0:49 el dominio que tienen en el
registro agudo:
Porque no olvidemos que se trata de Haydn, y es enormemente
difícil tocar esta música: generalmente, o no llegas o te pasas: o se toca
fríamente o románticamente, es muy difícil encontrar el punto justo. Y el Tokyo
lo consigue, con unas articulaciones muy delineadas, un vibrato adecuado en
cada momento, unas dinámicas justas... Algo que tiene mucho mérito.
* Golpes de arco: traducción literal del francés (coups
d'archet), sería algo así como el abanico de posibilidades con el que cuenta un
instrumentista de cuerda para articular las notas por medio del arco. Casi
todos se nombran con palabras italianas o algunas francesas: legato, staccato,
spiccato, detaché, martellato. Cada uno de ellos consigue un sonido diferente y
generalmente es criterio del intérprete usar uno u otro según el efecto
requerido por el compositor o la época.
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