domingo, 26 de mayo de 2013

Mis CDs favoritos(11): The Fiddler of the Opera (Gil Shaham)


Bueno, y ¿qué tiene de especial este disco?. A fin de cuentas, es un disco con un diseño muy cuidado, tocado por un joven virtuoso, y compuesto de piezas sueltas con una remota relación entre ellas...
Y es verdad, de eso se trata. Pero hay un par de detalles que matizan todo esto. En primer lugar, la elección de las obras: en lugar de buscar entre lo más trillado, se han buscado piezas infrecuentes, como la Fantasía de Carmen de Hubay, la Flauta Mágica de Mozart -Sarasate(!) o el Caballero de la Rosa de Strauss, en transcripción de Prihoda. Aparte de otras más famosas de Gluck, Gerswhin o Paganini.
Y en segundo lugar, la impresionante interpretación de Shaham, que revaloriza enormemente estas "obritas" y las dota de un gran interés.



Gil Shaham es un violinista extraordinario. Lo que más me maravilla de él, aparte de su gran calidad técnica, es su increíble control en todo lo que hace. Aparte de este disco y muchos más, le he podido escuchar en recital varias veces, y también he tenido la ocasión de acompañarlo en el Concierto de Sibelius. Y siempre me ha sorprendido el gran control de su instrumento. No sólo es infalible, sino que en todo momento demuestra un estudio concienzudo de toda situación: el golpe de arco perfecto, la digitación más adecuada, la cantidad y la posición del arco para cada nota... Es algo que también admiro en Hilary Hahn. Pero, a diferencia de ésta, el nivel musical de Shaham me parece mucho mayor, en el sentido de que su manera de tocar se adapta perfectamente a cada compositor. Recuerdo un recital en el que tocó una Sonatina de Schubert y yo creo que no pasaria del mezzoforte en ningún momento, y prácticamente en toda la obra no pasó más de medio arco. La sensación fue de contención, de una cierta intimidad. Pero luego, tocó algunas piezas de bravura de una manera totalmente diferente, con mucha más amplitud y desenfado. Todo un planteamiento musical muy diferenciado.

Estas cualidades las podemos apreciar en la presente grabación: toca Strauss con toda la gracia vienesa inimaginable, o Gerswhin con un abandono y un "swing" muy adecuado, o Gluck con una gran pureza. Pero escuchemos algunos ejemplos

La Fantasía sobre "La Flauta Mágica", de Mozart, escrita por Sarasate, es una obra realmente interesante, que no conocía. Para el que conozca a Sarasate únicamente por sus Danzas Españolas (obras que no son nada despreciables, por cierto), tendría que buscar algo más de lo que compuso.
Y Shaham la toca muy adecuadamente, con un estilo absolutamente mozartiano en la introducción, y con el exhibicionismo justo en los siguientes episodios.

Sobre "Carmen" de Bizet existen numerosas transcripciones, como la famosa y maravillosa de Sarasate o la dificilísima y algo menos interesante de Waxman. La del húngaro Jeno Hubay es muy poco conocida. No puede rivalizar con la de Sarasate, verdadera obra maestra, pero tiene el interés de que utiliza otras arias diferentes:
Recuerdo también que en otro recital que le escuché tocó una Fantasía de Carmen, pero en la que mezcló fragmentos de las versiones de Sarasate y Hubay, y la verdad es que el resultado fue curioso.

Seguramente mi pieza preferida del disco es la transcripción de los Valses del Caballero de la Rosa, de Richard Strauss, compuesta por el virtuoso checo Vasa Prihoda.
Al gran nivel de la música original se une la gracia del arreglo, y además la excelente interpretación, con toda la gracia vienesa posible y, al mismo tiempo, con una gran seriedad, sin excesos de portamenti y una expresión de una gran pureza.

Escuchemos finalmente, después de los virtuosísticos ejemplos anteriores, la bella melodía de la danza de los Espíritus de Orfeo y Eurídice, de Gluck, en la transcripción de Kreisler:
Escuchemos la expresión contenida, algo reservada, del comienzo, venciendo la tentación de exagerar y distorsionar la serenidad de la melancólica melodía.


En resumen, un disco que podría haber sido uno de tantos, pero que por la combinación de un programa muy bien elegido, un diseño precioso y una interpretación de gran nivel, vale la pena escuchar e incluso "tener", físicamente, entre las manos. Todo un acierto.

lunes, 20 de mayo de 2013

Mis CDs favoritos(10): Rossini, Sonatas para cuerda (Accardo, Gazeau, Meunier, Petrachi)

Normalmente, en esta sección de mis CDs preferidos habréis observado que se trata generalmente de música de calidad contrastada: Bach, Brahms, Haydn... Os preguntaréis, pues, qué pintan estas obras menores de Rossini en comparación con las anteriores. Y no os falta razón, pero habría que hacer, en mi descargo, alguna que otra puntualización.

En primer lugar, situar estas obras en la producción de su autor. Rossini tenía 12 años tan solo cuando fue invitado a casa de un rico mecenas llamado Agostino Triosso, que tocaba el contrabajo de una manera amateur. Ello explica, en primer lugar, la atípica distribución instrumental: dos violines, violonchelo y contrabajo. Es más, la parte del contrabajo tiene una entidad propia, y no se dedica a doblar al violonchelo, como era costumbre.
Estas seis Sonatas, o cuartetos, sufrieron diversas instrumentaciones a lo largo de su historia, aunque se sospecha que no fueron obra del propio Rossini. Existe una para cuarteto de cuerda, cuarteto de viento u orquesta de cuerda, siendo en esta última instrumentación la que existen numerosas grabaciones.
Pero en su versión original son obras que resultan muy bien, y están escritas de manera magistral, incluso sin saber que se trataba de un rapaz de 12 añitos...

Está claro que no se trata de una escritura especialmente elaborada, sino que tiende algo más al lucimiento individual de cada uno de las partes. De hecho, no existe un gran trabajo contrapuntístico, sino que cuando un instrumento toma la voz principal, los otros tres se limitan a acompañar. Pero melódicamente son obras muy conseguidas, de gran efecto virtuosístico y también dramático.


La presente versión está a cargo de Salvatore Accardo y Sylvie Gazeau, violines, Alan Meunier, violonchelo, y Franco Petrachi al contrabajo. Toda una garantía para las grandes exigencias técnicas de las partituras.

Escuchemos, por ejemplo, el 1º movimiento de la 1ª Sonata:
Es una construcción muy clásica, pero está interpretado de una manera magnífica. A destacar la finura de Accardo en el comienzo, la belleza del solo de Meunier en el minuto 0:59 o el virtuosismo de los violines a partir del 1:48. Observaremos, de paso, que los dos violines tienen una importancia similar: a menudo, lo que toca uno de ellos lo repite el otro exactamente un poco después.

Otro ejemplo es el Tema y variaciones que figura como 3ª movimiento de la 3ª Sonata:
Tras la exposición del tema, en el minuto 0:37 el primer violín lo ornamenta con tresillos, tocados de una manera increíble por Accardo. En el minuto 1:01 el contrabajo toma el relevo y se encarga de su variación. Hay que resaltar la manera en que toca Petrachi. Es algo muy repetido y que les da mucha rabia a los contrabajistas, pero es que ¡no parece un contrabajo!. Afinación perfecta, finura de sonido y un ritmo impecable. Luego viene una melancólica variación en modo menor a cargo del violonchelo (1:25), para después "arrancarse" el segundo violín con unas veloces semicorcheas en 1:56. Y el movimiento acaba con veloces cascadas de notas rápidas en las que rivalizan Accardo y Gazeau, y uno no sabe a quién admirar más...

Los movimientos lentos son verdaderas arias o duetos de ópera. Escuchemos el de la 2ª Sonata:
Tras una dramática introducción asistimos (0:28) a un apasionado duo de amor entre el violín y el violonchelo. No se me ocurre mejor forma de frasear que la de Accardo, demostrando que, además de un violinista virtuoso, también ha sabido destacar en los pasajes más cantabiles.

Este es un ejemplo en el que una música de no excesiva enjundia se revaloriza enormemente con una interpretación cuidada y atenta, imaginativa y expresiva.

sábado, 18 de mayo de 2013

Mis CDs favoritos(9): Haendel, Messiah (Marriner)


No es que sea muy aficionado a la música coral o vocal, ni a la ópera. De hecho es un género que no me entusiasma, con algunas excepciones. Este Oratorio de Haendel es una de ellas. Desde mis comienzos como estudiante fue una obra que me encantó. Y lo más seguro es que parte de la culpa sea de la presente interpretación.



Hay que situar la grabación en el contexto histórico. El barroco de Marriner fue un cambio sustancial con lo que se venía haciendo en la época. I Musici e I Solisti Veneti reinaban en el barroco italiano, especialmente Vivaldi, con su sonido peculiar: un sonido brillante, amplio, con todas las cualidades del "bel suono". Por otra parte estaban los alemanes, con Karl Richter y Munchinger, con un barroco sólido, seriote y monumental. Y llegan Marriner y Leppard y de repente el barroco se aligera, se intensifica su vertiente más rítmica. Ayudados por musicólogos como Thurston Dart, el continuo admite otros instrumentos aparte del cémbalo: órgano, tiorba, fagot. El detaché y martellato omnipresentes en los italianos y alemanes dejan paso al spiccato, y la articulación se vuelve mucho más viva. Simultáneamente, la corriente historicista comenzaba su titánica batalla y Harnoncourt con su grupo era todo un revulsivo tras los tímidos intentos de Melkus, el Collegium Aureum y otros tantos. Pero esa es otra historia...

Esta grabación es del año 1976 y se basa en la edición de Christopher Hogwood (sí, por aquel entonces comenzaba con Marriner, de hecho él toca el órgano en esta grabación), sobre la primera interpretación en Londres en 1743. Como es habitual en Haendel, la obra sufrió durante su historia varios cambios y adaptaciones, algunos por cambios de solista de algunas arias, y otra serie de cambios.

Escuchemos, para ilustrar algo lo dicho anteriormente, cómo sonaba la obertura en manos de Karl Richter:
Y la misma obertura por Marriner:
El tempo es más veloz, se aligera la duración de las notas, y la medida se adapta a la obertura francesa, añadiendo dobles puntillos a la figuración inicial. Se añaden algunos trinos y ornamentaciones en las repeticiones. La orquesta es mucho más pequeña (también el coro, como ya veremos) y la sensación general es un cambio de la solemnidad y la opulencia a la elegancia y la vitalidad rítmica.

Los solistas vocales son todos excepcionales, y sobre todo muy bien escogidos de acuerdo con el estilo de Haendel. Escuchemos al tenor Philip Langridge, por ejemplo, en "Ev'ry valley shalll be exalted"
Realmente me parece que el timbre y el estilo de Philip Langridge es idóneo para este tipo de música: el vibrato y la expresión justa, la agilidad necesaria...

Y ¡qué decir de Elly Ameling!. Escuchémosla en la bellísima aria "I know that my Redeemer liveth"
Es increíble la delicadeza con la que canta, y consigue una enorme expresión sin exageraciones. Una manera mágica de hacer música.

Uno de mis momentos preferidos es el recitativo accompagnato "For behold, darkness shall cover the earth", ejemplo perfecto para admirar la capacidad teatral de Haendel para adaptarse al sentido del texto:
El bajo Gwynne Howell tiene un timbre algo raro, como algo engolado, no tengo ni idea de voces y por lo tanto no lo puedo explicar. Pero su musicalidad está fuera de toda duda. La manera en la que va dosificando la tensión de este recitativo, aumentando poco a poco el volumen y la intensidad...

Por último, escuchemos a la contralto Anna Reynolds en la emocionante aria "He was despised"
Que me perdonen los más puristas, pero me incomoda el timbre de los contratenores en esta música, por muy original que sea. Me parece que Anna Reynolds tiene una muy bonita voz, con un control del vibrato muy adecuado.

Los coros de la Academy, como todos los coros ingleses, la verdad, son espectaculares. Escuchemos el coro "For Unto Us a Child is born"
La claridad de las voces y las agilidades del coro son espectaculares. Desconozco de cuánta gente se trata, pero no deben ser muchos. Asimismo nos sirve el ejemplo para escuchar el uso del spicatto en las cuerdas, lo que hace que todo el coro tenga una ligereza increíble.

Una muy buena versión del Mesías. Han pasado los años, pero todavía me sigue pareciendo una versión fresca, elegante, y con unos solistas idóneos. 

jueves, 16 de mayo de 2013

Bach, Sonatas y Partitas: Una discografía comparada (2)


En esta segunda entrada dedicada a una posible discografía comparada de las Sonatas y Partitas me centraré en las que están interpretadas con violín barroco. Me ha parecido conveniente agruparlas de esta forma, ya que mezclar los dos tipos de interpretación hubiera llevado a confusión a más de uno, por el diferente sonido y afinación de estas versiones y las otras.






Monica Huggett. La verdad es que no puedo decir muchas cosas buenas de esta grabación. Me parece que la obra le viene muy muy grande a la violinista. Los tempi son muy lentos, pero me da la impresión de que no es así por una convicción propia, sino porque más rápido no le sale. Los acordes están todos arpegiados con una extrema prudencia, para que suene más o menos bien. Y eso hace que el ritmo se resienta sobremanera.

Escuchemos, por ejemplo, la Bourrée de la 1ª Partita:

Cuesta seguir el ritmo de la Bourrée. Cada vez que hay un acorde difícil (y en esta pieza hay muchos), el ritmo se para, la violinista coloca trabajosamente los dedos y hace el acorde. Comparemos con Kuijken, por ejemplo (o con Grumiaux, en el otro post) y veremos como no hace falta hacer todo esto.

martes, 14 de mayo de 2013

Bach, Sonatas y Partitas: Una discografía comparada (1)



A estas alturas me parece algo innecesario presentar estas obras conocidísimas y verdaderos hitos en la literatura para violín solo. Tan solo señalar que se trata de 6 obras, tres Sonatas y tres Partitas. Las Sonatas adoptan la forma de la "Sonata da chiesa", en cuatro movimientos, siendo el segundo de cada una de ellas una fuga. A su vez, las Partitas tienen forma de Suite o "Sonata da camera", o sea, una sucesión de tiempos de danza.
La gran importancia  de estas obras radica en la adaptación de formas polifónicas a un instrumento esencialmente homofónico, o sea, que suele tocar una sola melodía. En el violín se pueden tocar varias notas simultáneas, pero una fuga es una forma muy compleja y adaptarla para el violín supone un esfuerzo de composición considerable y un conocimiento increíble del instrumento.


No pretendo hacer una discografía comparada exhaustiva de estas obras. Sería un trabajo increíble, porque existen muchísimas versiones en el mercado. Me voy a centrar en las versiones que conozco más. Con toda seguridad me voy a dejar fuera muchísimas más, pero no me parece correcto hablar por hablar si no he escuchado una versión varias veces.
He dejado fuera de esta comparativa algunas versiones de violinistas que no han grabado todas las obras, como la increíble de Hilary Hahn, o alguna otra. También he preferido agrupar en este post las versiones interpretada con violín moderno. Entiéndase eso de "moderno" como versiones que no utilizan instrumentos o técnicas historicistas, ya que los Stradivarius y Guarnerius que varios de estos violinistas utilizan no es que estén fabricados la semana pasada... Tal vez elabore otro post con este tipo de versiones.




James Ehnes. De las grabaciones de James Ehnes no hay que esperar sorpresas. Realmente no se puede decir que sea un músico original o con una personalidad propia. Pero, por otra parte, todo lo que ha grabado tiene un nivel impresionante, tanto de ejecución técnica como de interpretación musical.
Su Bach es clásico, nada influido por las corrientes historicistas. Los tempi son muy sosegados en los movimientos lentos y brillantes en los rápidos. El caso es que me va a costar decir algo malo de esta grabación...

El comienzo del adagio de la 1ª Sonata:
El tempo es amplio, pero lo que más sorprende es la relajación con la que toca. Nada está forzado, nunca se rompe el sonido, los acordes están equilibrados de acuerdo a la melodía. Y, en cambio, no es aburrido; tal vez no tenga el ímpetu o la extroversión de Grumiaux o un Perlman, por ejemplo, pero desde luego tiene mucho más sentido musical que otros muchos.

domingo, 12 de mayo de 2013

Guía de Audición: Paganini, Caprichos

Yo creo que nadie puede discutir la importancia histórica de Paganini. Tal vez no haya sido un gran compositor, sin duda. Pero su papel como investigador en la técnica del instrumento, el desarrollo y la ampliación de la técnica del violín que consiguió fue indudable. Antes de él estuvieron Locatelli, Tartini, etc., pero Paganini dio una vuelta de tuerca (de hecho varias vueltas...) y consiguió llegar a unos extremos impensables en la técnica. Golpes de arco* novedosos, extensiones, armónicos, pizzicati de mano izquierda, etc. Y todos estos recursos los iré comentando sobre la base de los Caprichos.
Los 24 Caprichos para violín solo son una colección algo controvertida. Algunos son famosos y se suelen tocar mucho, otros menos y unos cuantos son más flojos. Flojos en el sentido de que cuesta escucharlos, porque como estudio, son todos muy recomendables. Y tal vez sea esa la cosa, que en realidad son estudios para violín. Algunos son muy específicos, para una dificultad determinada, y otros ya no están tan dedicados. Es por eso que hay algunos (1, 5, 9, 13, 14, 19, 20 y sobre todo el 24) que han transcendido a su naturaleza de estudios y se suelen escuchar y grabar frecuentemente.
Si hubiera que destacar alguno, el 24 destaca por encima de todos. Por una parte, es muy variado y asequible a la escucha, y por otra, numerosos compositores se han dedicado a hacer obras inspiradas en ese capricho (Liszt, Brahms, Rachmaninov, Lutoslawski, etc.). Porque esa es otra: la importancia de Paganini como renovador de la técnica no se ha quedado en el violín. Nadie duda de su influencia en Liszt, por ejemplo, que se convertiría en un caso parecido en el piano.

Mi propósito con este trabajo no es convenceros de que todos los caprichos son maravillosos y hay que escucharlos. De hecho, ni yo mismo estoy convencido de ello. Pero hablaré de todos ellos y destacaré sus características principales. Así, de paso, iremos conociendo algo de vocabulario de la técnica del violín. Y yo creo que habrá unos cuantos caprichos que os gustarán. No es una gran música, pero son muy interesantes y estimulantes, aunque sea tan sólo desde el punto de vista de virtuosismo, exhibición o puro circo...
La versión que pongo en los ejemplos es de James Ehnes.

*En violín se suele denominar "golpe de arco" al tipo de técnica utilizada para producir una nota. Así, puede ser legato, detaché, staccato, martellato, spicatto, ricochet, etc. Como veréis, son nombres franceses o italianos, en su mayoría. De hecho, lo de Golpe de arco viene del francés "Coup d'archet", mientras que los ingleses lo llaman "Bowings". Iré hablando de estos golpes de arco conforme vayan saliendo.

Capricho nº 1 en Mi M


La principal dificultad de este capricho es el golpe de arco, que es un ricochet sobre cuatro cuerdas. El ricochet es una arcada donde el arco rebota sobre la cuerda, basándose sobre todo en su elasticidad natural. Es como el rebote de una pelota, ni más ni menos. En este capricho, sin embargo, el rebote se realiza sobre las cuatro cuerdas, un rebote en cada una de ellas. Mendelssohn lo empleó también en la cadencia de su Concierto para violín. Es una técnica bastante difícil, porque depende sobre todo del rebote natural del arco. Aunque se puede controlar y el resultado es el que escuchamos:


martes, 7 de mayo de 2013

Mis CDs favoritos(8): Bartok, 44 Duos (Vegh, Lysy)


Los 44 Duos para dos violines de Bela Bartok son una obra que, en su origen, tuvo un enfoque puramente pedagógico. Nacieron como un encargo del pedagogo alemán Erich Doflein, que tenía en mente encargar una serie de piezas fáciles a compositores contemporáneos, con el propósito de acostumbrar a los alumnos a la música más actual. De manera que Bartok se puso a ello, pero sus primeras piezas fueron consideradas de extrema dificultad, hasta que al final completó estos 44 dúos, de una dificultad creciente, desde los más simples a los más complicados.

Como era de esperar, Bartok aprovechó también estas piezas para introducir, además del lenguaje contemporáneo, la música folclórica de Hungría y sus países vecinos, misión a la que dedicó gran parte de su vida. Algo que volvería a hacer unos años más tarde con el Mikrokosmos para piano, una serie de 6 volúmenes de piezas para piano, que también son una obra pedagógica de primer nivel.


Aparte de la importancia de las obras, tenemos la suerte de contar con esta versión discográfica, a cargo de Sandor Vegh y Alberto Lysy.
Hablar de Sandor Vegh es hablar de una de las mayores personalidades en la música de cámara: miembro del mítico Cuarteto Húngaro y, más tarde, de su propio cuarteto, el Vegh, su dedicación a la música de cámara sería constante durante toda su vida. Pero es que además, con su cuarteto, tuvo la ocasión de estudiar con el propio Bartok, estrenando alguno de sus cuartetos, de manera que tenemos ocasión de ver "de primera mano", la manera en que debe sonar esta música.
En cuanto a Alberto Lysy, no siendo una figura de la importancia de Vegh, fue un buen violinista que tuvo la suerte (o la inteligencia) de juntarse con gente muy importante, como Vegh o, sobre todo, Menuhin. En esta grabación se nota que está perfectamente en sintonía con su compañero, y el conjunto es muy bueno.
Afortunadamente, existe una grabación en video de estos mismos dúos con estos intérpretes, y es una maravilla verlos tocar. Es curioso ver tocar a Sandor Vegh, con unos 60 años, algo envejecido pero con una manera de tocar que me parece idónea para esta música.



Siendo una colección de piezas de dificultad progresiva, escucharlas por orden puede resultar muy pesado, ya que las primeras son poca cosa. De manera que, muy acertadamente, se tomó la decisión de grabarlas en otro orden, alternando entre algunas más fáciles y otras más complicadas. De todas formas, no esperemos que sean unas piezas aburridas, al ser pedagógicas: todo lo contrario, musicalmente son pequeños tesoros, de una variedad e imaginación increíbles.

Como ejemplo, escuchad el nº 32, "Chanson a danser"

Observad la complejidad rítmica, con sus ritmos enfrentados. Como muchas obras de Bartok, una manera sublime de aprovechar ritmos y melodías folclóricas y darles una nueva vida...

Uno de los más famosos duos es el nº 22, "Danse des moustiques", y su título es absolutamente descriptivo:
Nos parece estar escuchando un par de mosquitos. Recuerda especialmente, por el empleo de la sordina y otros aspectos, al 2º movimiento del segundo cuarteto, comentado ya en este mismo blog

Otro duo característico es el nº 43, "Pizzicato"

Es increíble el sonido que saca Sandor Vegh de los pizzicati, la forma en que consigue que sean resonantes como en una guitarra. Es una manera poco escolástica de conseguirlo, pero el resultado es muy curioso.

A continuación, el nº 28, "Chagrin" (algo así como "lamento").

Nos sirve para ilustrar la manera en que consiguen hacer los duos más lentos con una enorme expresividad. Hay que señalar que no pretenden tocar "bonito", sino con una profunda emoción. Y si para ello el sonido tiene que sonar algo desgarrado, como en el minuto 0:29, pues no se lo piensan dos veces. También nos fijaremos en las hirientes armonías, sobre todo con las dobles cuerdas del final del ejemplo.

Y, como final, el duo nº36, "Cornemuse", que imita a una gaita:
A resaltar que, a partir del minuto 1:06, se repite la pieza pero cambiando ligeramente los ritmos del acompañamiento y añadiendo mordentes a la melodía, como recordando los saltos y ruidos característicos de la gaita o también de la zanfoña. Un efecto muy bien logrado.


Se trata, en suma, de un disco que, a pesar de que por ser pedagógico, pueda parecer poco interesante, es todo lo contrario. En primer lugar por la calidad musical de las piezas, y en segundo por la interpretación, que resulta de los más auténtica y que llena de sentido y complementa a la música. Tengo otras versiones en disco, a menudo tocadas por violinistas de muchísimo más nombre, pero que, sonando mucho más "bonito", hacen que esta música no tenga el mismo significado ni expresividad y pierda muchísimo.

viernes, 3 de mayo de 2013

Guía de Audición: Beethoven, Cuarteto nº 14, op. 131


Mucho se ha hablado de este Cuarteto de Beethoven. Ha habido gente, como Wagner sin ir más lejos, que se inventó hasta un peregrino argumento que respondiera a todos sus movimientos. Otros, como Mitropoulos, llegaron a hacer un arreglo para una inmensa orquesta de cuerda (como si el mismo Beethoven no supiera orquestar ni tuviera claro para qué instrumentos componía...).
El caso es que se trata de una obra atípica, en muchos aspectos. Uno de ellos es el número de movimientos. Si decimos que tiene 7 movimientos, pese a que así está indicado en la partitura, no nos ajustamos a la realidad, ya que otra característica de este Cuarteto es que debe ser tocado enlazando todos los movimientos entre sí.
Además, de hecho, no tengo muy claro que se puedan considerar 7 movimientos en la práctica. Si consideramos, por ejemplo, la fuga inicial y el allegro que sigue como 1º movimiento, el tiempo lento podrían ser el extenso tema y variaciones. Luego vendría un scherzo (el Presto) y luego el finale. Con dos movimientos pequeños que sirven de enlace por enmedio. Con lo que me saldrían los cuatro movimientos del cuarteto clásico de toda la vida. Cualquier otro tipo de enfoque serviría también para "trocear" esta enorme obra. En todo caso, como Beethoven lo especificó así, lo vamos a dejar en 7 movimientos.

1º movimiento: Adagio ma non troppo e molto espressivo. 

Como primer movimiento de un cuarteto es algo inesperado. Todos los demás cuartetos de Beethoven han comenzado con todos los instrumentos juntos, mientras que en este van incorporándose poco a poco (exceptuando los cuartetos op. 18,3 y op. 135, en los que comienza un instrumento pero enseguida se le unen sus compañeros). Se trata de una fuga, pero muy poco escolástica en su desarrollo. El comienzo, en cambio, es muy ordenado: comienza el 1º violín y le siguen, por orden de tesitura, sus compañeros, cada uno a la distancia de 4 compases.
El sujeto se podría dividir a su vez en dos motivos. El primero, de cuatro notas, sería el siguiente:
Ejemplo 01

y le sigue una serie de notas ligadas que luego dará mucho juego en el desarrollo: