Primero, la música. Seguramente papá Bach se tiraría de
los pelos al ver lo que componía su hijo, porque es absolutamente
revolucionario en su época. Su originalidad es absoluta, en muchos aspectos de
la escritura: armonías que cambian sin ninguna preparación, enlace inesperado
entre movimientos, dinámicas extremas, acentuaciones rítmicas contradictorias
(abundantes hemiolias), empleo de crescendi y diminuendi, acordes de tres y
cuatro cuerdas en la orquesta (de las primeras veces que se presentaban en la
escritura orquestal), y un uso de la expresividad extremo, con sus lánguidas
apoyaturas y su exagerada (para la época) acentuación expresiva. Una música,
pues, fresca, original y muy diferente a lo que se escribía por aquel entonces.
Y la interpretación... absolutamente genial. El trabajo que
se hizo en esta grabación es de una meticulosidad extrema, a la vista de los
resultados. No es sólo que toquen afinados, juntos y con unos golpes de arco
idénticos, es que las muchísimas fluctuaciones que hacen en las frases están
cuidadas al extremo. Detalles como los trinos y sus resoluciones, el arpegiado
de los acordes, las pequeñas cesuras que introducen, etc., son admirables. Otro
rasgo distintivo de este grupo es el empleo muy comedido del continuo, sin el
exceso de adornos que primaban en la época, con la peregrina excusa de que en
la época el clave siempre estaba improvisando sus realizaciones. Pinnock
realiza el continuo de una manera muy austera, completando pero sin
protagonismo. Sin duda las orquestas de cámara inglesas siempre han sido
especialmente disciplinadas en todo esto, pero este grupo en particular fue un
hito. Más tarde aparecieron muchos otros grupos, con mayor o menor fortuna
(Academy of Ancient Music, English Baroque Soloists, Brandemburg Consort, The
Hannover Band, etc. , pero muchos de ellos estaban compuestos por los mismos
músicos, sentados en sillas diferentes. El trabajo de The English Concert en
estos primeros discos (también el op. 6 de Haendel, los conciertos de clave de
Bach, las Suites y los Brandemburgo) es de una extrema limpieza, homogeneidad y
cuidado al detalle. A veces he calificado a Simon Standage, el concertino, de
soso, pero la verdad es que su labor de leader es impresionante, por los
resultados que consigue. Tocando solo ya era otra cosa, y de ahí mis reservas.
Os pongo algunos fragmentos:
En el comienzo de la primera Sinfonía, en Sol M, vemos un
poco de todo lo dicho al principio: contrastes extremos de dinámicas, una
instrumentación brillante que saca partido de los recursos de la cuerda, con
sus pasajes de alternancia entre cuerdas de los violines (minuto 0:13) y
enlaces inesperados (minuto 0:28)
En el siguiente ejemplo, el tiempo lento de la 3ª Sinfonía
en Do M, encontramos, junto con armonías que nos sorprenden por su construcción
y dinámicas (al principio del ejemplo y en el minuto 1:14)), a pasajes de
diálogo entre los violines de una expresividad extrema, con sus lánguidas
apoyaturas y retardos(minuto 0:20).
El siguiente ejemplo , el primer movimiento de la misma 3ª
Sinfonía, nos ilustra la limpieza extrema de la interpretación: observemos, en
el minuto 0:15, la pulcritud de los pasajes de semicorcheas en los violines,
así como la perfecta coordinación de sus fluctuaciones dinámicas: crescendi,
diminuendi...
En el siguiente ejemplo, el final de su 5ª sinfonía en Si m,
podemos observar los salvajes acordes de su comienzo, de 3 y 4 cuerdas,
absolutamente originales también por su armonía: nadie diría que es el comienzo
de un movimiento (comienzo del ejemplo)
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