domingo, 14 de abril de 2013

Mis CDs favoritos(2): Tchaikovsky, Sinfonías 4, 5 y 6 (Mravinsky)


   


Otro de mis discos preferidos, desde siempre, no es de música de cámara, para variar.
Las tres últimas sinfonías de Tchaikovsky (en realidad, como mucha de su otra música) se prestan a hacer unas versiones sentimentaloides, dulces hasta más no poder, redondas y almibaradas, y con un poquito de cuidado, si se evita todo esto, se convierten en una música super expresiva y realmente emocionante. Pero requieren de bastante "apoyo" por parte del intérprete. Si nos limitamos a hacer lo que está en la partitura se convierten en una música lacrimógena que serviría para fondo de las radionovelas de hace muchos años.
En la versión que nos ocupa se juntan muchos factores, incluso contradictorios entre ellos. Por una parte, la calidad de la Orquesta Filarmónica de Leningrado de aquellos años. Se trataba de una orquesta desigual, con una cuerda espléndida, dúctil y poderosa, unas maderas de bastante menos nivel y unos metales penetrantes que podían llegar a sonar desaforados en algún momento, con unas trompetas en especial que recordaban peligrosamente a los grupos de mariachis, por su volumen y vibrato.
Por otra parte, las grabaciones de la época eran algo raras, con los micrófonos muy cerca de los instrumentistas, y eso se nota en la cuerda, en la que se escuchan absolutamente todos los ataques de los primeros atriles. Nada que ver con las grabaciones redondas de Karajan, por ejemplo. A cambio, el efecto espacial está muy cuidado, se escucha cada instrumento o grupo de instrumentos por un sitio, y el resultado es muy claro.
En cuanto a Mravinsky, pese a su apariencia de dictador frío y desagradable (aparente en algunos videos suyos), resulta ser un músico sensible, con una planificación sonora increíble, que consigue unos rubati * espectaculares y una libertad expresiva realmente emocionante.
Porque lo que no se puede hacer con esta música es tocarla metronómicamente: a pesar de que Tchaikovsky destaca por su gran facilidad para la invención y construcción de la melodía, hay muchos pasajes de transición que se hacen eternos y rutinarios, y que con una cierta flexibilidad ganan mucho.

Os voy a poner, de nuevo, algunos ejemplos que ilustran lo dicho:

En el comienzo del 2º movimiento de la 4ª sinfonía la melodía está tocada por un oboe con un sonido algo frágil, pero muy expresivo. Pero fijémonos en la manera en que le acompañan los pizzicati de la cuerda: se pliegan absolutamente a todos sus rubati, graduando la dinámica de algunos acordes en especial. Fijaos, por ejemplo, la extrema delicadeza de los acordes de los minutos 0:28 o 0:33.

Otro ejemplo del mismo movimiento que a menudo se puede hacer tedioso, por sus muchas repeticiones. Fijaos en la manera en que comienza, con un hilo de sonido, pero en el minuto 0:27 comienza un crescendo y al mismo tiempo Mravinsky acelera el tempo, evitando la monotonía del diseño. Un planteamiento muy bien resuelto

Pero no todos los ejemplos son de tiempos lentos: veamos la manera explosiva y sin ningún complejo con la que aborda el comienzo del 4º movimiento de la misma sinfonía. Aquí si que hay un ritmo inflexible y un movimiento continuo que nos empuja hacia delante sin flaquear en ningún momento. Ayudado, también, por una velocidad bastante elevada:

Un ejemplo del tiempo lento de la 5ª sinfonía. Qué manera de frasear del trompa, con su vibrato delicado y su perfecta afinación. Una delicia. Lástima que su colega del clarinete desafina en el minuto 0:39 y se queda algo bajo...

En el siguiente ejemplo me haría muy pesado si señalara todos los momentos en los que Mravinsky estira, empuja, frena, acelera... Una manera increíble de modelar esta preciosa melodía. Se le nota una imaginación increíble:

En el mismo movimiento, cuando los violines cogen a última hora la melodía de la trompa, no se me ocurre otra manera más expresiva de tocarla: aparte del rubato constante, el sonido sube y baja, coloreando perfectamente la melodía. Abandono, nostalgia, resignación... me vienen a la mente imágenes y sensaciones al oír esta frase.

En el primer movimiento de la 6ª, "Patética" podemos observar la entrega de la orquesta en muchos momentos: las desaforadas trompetas en 0:26 o 1:05 y, a partir del 1:23, la cuidadosa planificación de este fragmento: por muchas veces que escuche este sitio, me sigue poniendo los pelos de punta la manera que tiene Mravinsky de crear tensión y mantenerla hasta el mismo límite...

De nuevo, hay momentos en que el rubato desaparece, y el 3º movimiento de esta 6ª sinfonía es un ejemplo: ritmo implacable y vertiginoso, y un empuje hacia adelante incesante y contagioso. Por no hablar de la limpieza y el virtuosismo de la cuerda

Y acabamos con el emocionante final de la 6ª. No se puede hacer mejor: ahora acelera, ahora frena... a destacar, por ejemplo, el sobrecogedor diálogo de cuerdas y metales en 1:12, el desenfreno de 1:32 o la entrada de 1:52, en la que el ataque de los violines tras el silencio me levanta de la silla cada vez que lo escucho:

En suma, si queremos versiones más equilibradas, más redondas, más "bonitas", no os será difícil encontrarlas. Pero si queréis emocionaros de verdad, os recomiendo ésta. Toda la belleza y el dramatismo de esta música tiene aquí su sentido y su autenticidad.

rubato: Palabra italiana que significa "robado", y en eso consiste, en flexibilizar el ritmo de una frase, o sea, no tocarla metronómicamente de acuerdo con el pulso. Acelerar o retardar ligeramente, de acuerdo con la expresividad requerida. Puede emplearse de muchas formas, alterando el ritmo de melodía y acompañamiento o, como hacía Chopin en el piano, haciendo que una mano sea más estricta y la otra más libre.




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