Seguramente no voy a poder convenceros de que este CD es
imprescindible, pero hay varias cosas que matizar:
En primer lugar, el compositor. Félix Mendelssohn tuvo la
suerte, o la desgracia, de vivir una vida acomodada, dentro de una familia sin
problemas. Pero eso no quiere decir que no le faltaran méritos, de hecho sus
comienzos fueron espectaculares. Fijaros solamente en El Sueño de una Noche de
Verano, o su famoso Octeto, compuesto con tan solo 16 años.
Se le achaca a menudo que su música es agradable, de fácil
melodía, como si eso fuera un inconveniente. Así que hay una gran parte de su
música que se considera poco menos que de segunda fila, como las obras que nos
ocupan, las Canciones sin Palabras. Se trata de piezas cortas, para piano solo,
escritas como si fueran lieder, pero sin voz. Piezas que a menudo no entrañan
una gran dificultad de ejecución, además. Pero lo cierto es que es música de un
altísimo nivel. Aparte de su indiscutible belleza y originalidad melódica, es
que están muy bien escritas, no se trata de simples melodías acompañadas.
Tras el aluvión de guías de audición sobre los cuartetos de
Beethoven y los conciertos de Bach, retomamos esta sección de comentarios sobre
algunos CDs que tengo en gran estima. Viendo mis anteriores trabajos, veréis
que se trata de una selección muy poco sistemática y en la que aparecen, sobre
todo, CDs antiguos, a menudo reediciones de discos que tuve en su momento en
vinilo y que recordaba con especial cariño. Pero de vez en cuando también hay
discos más actuales que me llaman la atención. Como es el caso del presente
disco, interpretado por el Cuarteto Casals.
Se trata de un grupo cuya trayectoria discográfica he ido
siguiendo con bastante interés. Es tremendamente difícil y sacrificado
dedicarse a la música de cámara, y si encima se trata de hacerlo en nuestro
querido país, la cosa ya adquiere tintes de auténtico heroísmo. Tengo algunos
de sus discos y también he tenido la ocasión de escucharlos en vivo (ver reseña
aquí ).
Tampoco es que sea un ciego defensor de este grupo, porque hay cosas que me
gustan más y otras menos.
El presente disco es ejemplar, sin embargo. Lo primero, la
coherencia absoluta en la elección de compositores y obras. Es muy difícil
grabar hoy en día, con la enorme cantidad de integrales y discos sueltos que
repiten una y otra vez las mismas obras. De manera que cuando te encuentras con
un disco tan bien pensado, vale la pena. Tres compositores húngaros: Bartok,
Ligeti y Kurtag. Una evolución muy coherente. Del fantástico cuarteto nº 4 de
Bartok pasamos al primer cuarteto de Ligeti, "Metamorphoses
nocturnes", acabando con los 12 Microludes para cuarteto de Kurtag.
Si habéis tenido la santa paciencia de pasaros por la guía de audición que hice en su día sobre el 4º Cuarteto de Bartok
coincidiréis conmigo en que se trata de una obra maestra.
Escuchemos aquí el comienzo del cuarteto:
Ejemplo 01
Absoluta precisión rítmica, un sonido terso y compacto al
comienzo. Cambio espectacular de color en el minuto 0:30 , increíble calidad de
líneas en 1:06 y siguientes.
El Concierto nº 6
sorprende por su instrumentación inusual: dos violas da braccio (las violas
normales de hoy en día), dos violas da gamba, violonchelo, violone y continuo.
Si en el 3º concierto Bach parecía querer demostrar las posibilidades de la
familia de la cuerda, en el 6º concierto hace algo inesperado al prescindir de
los violines y añadir, en cambio, dos violas da gamba. La viola da gamba era un
instrumento casi pasado de moda en la época en la que Bach compuso este
concierto. Pero es que asociada a las violas y con violonchelo, violone y
continuo, la sonoridad es oscura y algo arcaica.
Bach apreciaba la
viola da gamba: recordemos las magníficas arias dedicadas al instrumento en sus
Pasiones según S. Juan y S. Mateo, así como las sonatas para viola da gamba y
cémbalo. En cuanto a las violas, y al hecho de prescindir de los violines, es
pertinente recordar la bellísima Cantata BWV 18, con su instrumentación para 4
partes de viola.
Pero parece ser que la
inclusión de las violas da gamba obedece a algo más sencillo: el Principe
Leopold, su superior en Cothen, era aficionado a la viola da gamba. Ello
explica que la parte encomendada a las violas da gamba no sea de gran
dificultad, a fin de no poner en apuros a tan insigne destinatario. Y también
contaba entre sus amigos con el virtuoso del instrumento Christian Ferdinand
Abel.
Como siempre, aquí
tenéis la partitura. Y los ejemplos están tocados, de nuevo, por The Academy of
Ancient Music, con Christopher Hogwood
1º Movimiento (Sin
indicación de tempo)
El concierto está en
Si b Mayor. Lo primero que nos llama la atención, aparte de la melodía de las
violas, de la que hablaremos enseguida, es el acompañamiento, consistente en
una sucesión de notas iguales en las dos violas da gamba, en el chelo y el continuo,
que no cambian casi nunca. Es un acompañamiento rígido, algo mecánico, por así
decirlo.
Y sobre ese
acompañamiento las dos violas evolucionan con su melodía, que no se aparta ni
una nota de la tonalidad. Lo curioso es la manera en que está escrita: se trata
de un canon estricto: la segunda viola entra un poco después de la primera,
haciendo exactamente lo mismo. Ya hemos escuchado muchos cánones, pero la
peculiaridad de éste es que se produce a una distancia muy corta, a un
intervalo de corchea tan solo. Eso produce una especie de inestabilidad muy
curiosa: parece como si ambas melodías estuvieran muy ligeramente desplazadas,
como si se tratara de un efecto de eco muy inmediato.
Escuchemos el motivo
de la primera viola, extraído del conjunto: