Seguramente no voy a poder convenceros de que este CD es
imprescindible, pero hay varias cosas que matizar:
En primer lugar, el compositor. Félix Mendelssohn tuvo la
suerte, o la desgracia, de vivir una vida acomodada, dentro de una familia sin
problemas. Pero eso no quiere decir que no le faltaran méritos, de hecho sus
comienzos fueron espectaculares. Fijaros solamente en El Sueño de una Noche de
Verano, o su famoso Octeto, compuesto con tan solo 16 años.
Se le achaca a menudo que su música es agradable, de fácil
melodía, como si eso fuera un inconveniente. Así que hay una gran parte de su
música que se considera poco menos que de segunda fila, como las obras que nos
ocupan, las Canciones sin Palabras. Se trata de piezas cortas, para piano solo,
escritas como si fueran lieder, pero sin voz. Piezas que a menudo no entrañan
una gran dificultad de ejecución, además. Pero lo cierto es que es música de un
altísimo nivel. Aparte de su indiscutible belleza y originalidad melódica, es
que están muy bien escritas, no se trata de simples melodías acompañadas.
En el caso que nos ocupa, se trata de una transcripción o
adaptación del original de piano, hecha para violín y piano. La transcripción
fue hecha por Friedrich Hermann (1828-1907), violinista y compositor, alumno
precisamente de la clase de composición de Mendelssohn en Leipzig. Ignoro si
Mendelssohn estuvo al tanto de estos arreglos, pero el caso es que están hechos
de una manera muy cuidadosa, con un respeto absoluto al original para piano, y
extrayendo de una manera muy idónea la melodía para el violín.
La historia mía con estas obras no deja de ser curiosa: en
un momento dado pude conseguir una enorme cantidad de partituras, procedentes
de un músico ya fallecido. Se trataba de un repertorio muy variado: junto a
multitud de piezas de salón o de café-concierto, generalmente transcripciones
de óperas, operetas o zarzuelas, que hoy en día no tienen mucho sentido, había
mucha música de cámara, material didáctico y muchas piezas para violín y piano.
De entre ellas me llamó la atención estas transcripciones, que me parecieron
muy acertadas. Luego conseguí el disco y dichas transcripciones se hicieron
realidad, y la verdad es que suenan muy bien, mucho más respetuosas que la
cantidad de arreglos de diversas músicas que circulaban en esas épocas.
El último eslabón que nos falta es el de la interpretación,
que está a cargo del violinista Axel Strauss y el pianista Cord Garben. Para
qué vamos a engañarnos, estas piezas son fáciles, no hace ninguna falta ser un
gran virtuoso para tocarlas. Pero el caso es que Axel Strauss es un muy buen
violinista. Para Naxos tiene también grabados los Caprichos para violín solo de
Rode, piezas mucho más exigentes. Su sonido no es muy brillante, pero su timbre
es muy bonito y, lo más importante en estas piezas, toca con una extrema
delicadeza y musicalidad. Escuchemos unos ejemplos:
Ejemplo 01
La Op. 62 nº 6. Seguro que la conocéis. Es una deliciosa
pieza, una auténtica joya en miniatura.
Aunque parezca fácil, es muy delicado encontrar el punto justo de
equilibrio para que suene elegante y no pase a ser una música vulgar. Algo que
consigue Axel Strauss con su cuidadosa digitación y su terso sonido.
Ejemplo 02
La Op. 67 nº2 nos muestra una escritura muy diferente: una
música nostálgica, interpretada con un cierto abandono por el violinista. A destacar la escritura pianística,
absolutamente fiel al original de Mendelssohn, y tocada de una manera extremadamente delicada por Garben.
Ejemplo 03
La Op. 53 nº3 nos propone un cambio radical de atmósfera:
una tormentosa introducción que da paso a la virtuosa melodía en dobles cuerdas
del violín, con un cierto aire heroico.
Ejemplo 04
Por último, la Op. 62 nº1. De nuevo una música que comienza
de una manera íntima, pero que nos permite apreciar la variedad de expresión
del violinista, con su preciosa gama de vibratos, sobre todo en la intensa
parte central.
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