Estamos acostumbrados a escuchar violinistas de una perfección técnica apabullante, y aún más en disco. Pero raramente nos llaman la atención detalles de musicalidad, sonido, fraseo, que distingan un violinista por encima de los otros. Pues bien, éste es uno de esos casos.
La noruega Vilde Frang, nacida en 1986, es una violinista de
una enorme musicalidad y, sobre todo, originalidad. Este es su segundo disco.
Ha grabado, que yo sepa, un disco con los conciertos de Sibelius y Prokofiev
(nº 1) y otro con los del Nielsen y Tchaikovsky.
Lo primero que sorprende de este disco es el programa: no se
trata del típico disco de presentación de una joven promesa. Además, juntar dos
sonatas de violín y piano con la Sonata de Bartok para violín solo es algo
bastante arriesgado, la verdad. Pero, en la práctica, todo funciona muy bien,
porque el nivel interpretativo es muy alto.
La sonata de Grieg no es la que más se toca, su sonata nº 3,
en Do menor, es mucho más conocida. Es una obra de juventud, luminosa y con un
estilo no tan personal como sus otras obras más posteriores. Parece que estemos
escuchando a Mendelssohn o Schumann en lugar de Grieg. Escuchemos el comienzo
de su tercer movimiento:
Ejemplo 01
Podemos apreciar la delicadeza de su sonido y la gran
variedad de expresión que consigue. Por otra parte, cuenta con un pianista
impresionante, Michail Lifits.
La Sonata de Bartok, dedicada a Menuhin, es una obra muy
diferente, de una dificultad extrema y una escritura que en ocasiones es
áspera. Pero la violinista la toca de una manera magnífica, sorteando
absolutamente todas las dificultades.
Escuchemos el comienzo de su primer movimiento, Tempo di
Ciaccona:
Ejemplo 02
Se trata de una lectura muy pensada, que destaca de manera
increíble lo que hay que destacar. A menudo se escucha esta obra y suena mucho
más rara de lo que es en realidad.
El comienzo de su último movimiento:
Ejemplo 03
A pesar de que respeta todos los efectos, como el pianísimo,
el ponticello, se entienden todas las notas, el ritmo es clarísimo y todo está
en su sitio. Y lo sorprendente es que no da impresión de dificultad, y os
aseguro que la obra es difícil de lo lindo...
Y por último la Sonata de Strauss. También es una obra de
juventud. Obra de una enorme dificultad para ambos instrumentos, a menudo la
escuchamos convertida en una competición de decibelios entre el piano, con su
complicada escritura, y el violín. Pero en manos de Vilde Frang es muy
diferente. Escuchemos el principio:
Ejemplo 04
Todo el heroísmo que estamos acostumbrados a asociar a esta
sonata se convierte en delicadeza y belleza de sonido. A veces puede rozar
peligrosamente con un cierto amaneramiento, pero no se puede negar que es una
lectura muy musical. Enorme variedad de expresión, diferentes tipos de vibrato,
originalidad e imaginación. Os aseguro que esta sonata, tocada así, es una
auténtica maravilla. Por supuesto que sin un pianista tan atento como el
presente, las cosas habrían sido muy diferentes.
Una violinista, pues, a tener en cuenta.
Este blog es una maravilla, no solo por la música que nos enseñas sino por la elegancia de las críticas y comentarios. Apetece comprarse todos estos discos! Se aprende leyéndote. Gracias.
ResponderEliminarGracias a ti por tus comentarios, dr. ramsés
Eliminar