En total son 5 obras: el op. 3 en Mi b M, el op. 8 en Re
Mayor (también llamado "Serenade") y los tres que componen el op. 9,
en Sol Mayor, Re Mayor y Do menor, respectivamente. A pesar de tratarse todos
ellos de obras de juventud, habría que distinguir, por cierto, entre los dos
primeros y los tres del op. 9, mucho más elaborados, y que se podrían codear
con los 6 cuartetos del op. 18.
El primero trio, op. 3, en Mi b M, prácticamente es un
divertimento, con sus seis movimientos, y parece que Beethoven tuviera presente
el magnífico k. 563 de Mozart (también en Mi b M, por cierto). Mismo número de
movimientos y una sucesión prácticamente idéntica: Rápido, lento, minueto,
lento, minueto y rápido. ¿Simple coincidencia? Si hubiera que destacar algún
movimiento, su sereno 4º movimiento, Adagio.
Ej. 101
O el final, que nos recuerda enormemente a Haydn por su
humorístico comienzo, que es como una especie de pregunta, seguida de pausas.
Ej. 102
La Serenade, op. 8 no tiene que confundirse con su otra
Serenade, op. 25, instrumentada para flauta, violín y viola. La que nos ocupa
también adopta una forma parecida al op.3, casi como un divertimento o
casación. Como nota distintiva, comienza y acaba con el mismo movimiento, una
Marcia.
Ej. 201
A destacar su graciosa Polonesa:
Ej. 202
O las amables
variaciones de su penúltimo movimiento, que nos recuerdan a Mozart, o incluso a
Schubert:
Ej.203
El primero de los op. 9, en Sol M ya consta ya de los 4
movimientos habituales (como sus dos compañeros de opus). Su primer movimiento
tiene una introducción lenta antes del allegro. Destacaría el profundo y
operístico segundo movimiento:
Ej. 301
O el vertiginoso comienzo del último movimiento:
Ej. 302
El segundo del op. 9 está en Re M, como la Serenade. Pero,
aunque se trata de la misma tonalidad, se trata de una obra bastante más seria.
Escuchemos el comienzo del 1º movimiento:
Ej. 401
Y, por último, el 3º trio del op. 9 está en Do menor (el
único en modo menor), y nos recuerda a otras obras de Beethoven en la misma
tonalidad. Escuchemos el tortuoso y algo atormentado comienzo del 1º
movimiento:
Ej. 501
O el contrastado y juguetón Scherzo:
Ej. 502
Bien, hasta aquí una somera descripción de estas obras. Como
el objeto de esta entrada era la discografía comparada no he querido
profundizar en exceso en cada una de las obras.
El primer aspecto a resaltar en la discografía (la que
conozco, seguro que hay multitud de versiones más) es que, a diferencia de los
cuartetos, el grupo en sí del trio de cuerda no suele ser una formación
frecuente: existen muy pocas obras escritas para esta combinación, por lo que
no abundan los trios de cuerda estables. Por lo que veremos que abundan los
grupos formados para la ocasión o los liderados por algún solista virtuoso.
Pero iremos uno por uno:
Itzhak Perlman-Pinchas Zukerman-Lynn Harrell
Esto es lo que pasa cuando se juntan tres virtuosos de gran
calibre y hacen un concierto. Porque se trata de una versión grabada en vivo,
con sus ventajas e inconvenientes. Cada uno de ellos son enormes solistas, pero
la homogeneidad del sonido brilla por su ausencia: la dulzura de Zukerman por
una parte, el sonido brillante de Perlman y una cierta brutalidad y sequedad
por parte de Harrell. Escuchemos un fragmento del allegro del op. 9 nº 1:
Ej. 601
O el comienzo de la Marcia de la Serenade:
Ej. 602
Acordes machacados, sonido áspero... Escuchemos el ejemplo
201 para ver cómo de diferente puede sonar esta música. No se puede negar, de
todas formas, que se trata de una versión con mucha vida, propia del directo.
Pero veremos que hay versiones mucho más equilibradas.
Frank Peter Zimmermann-Antoine Tamestit-Christian Poltera (Solo op. 9 nº 1-3)
En este caso ya nos encontramos con un trio estable, que
parece que lleva ya una cierta trayectoria. Como es natural, está dominado por
Zimmermann, pero en ningún momento se nota un predominio del violín sobre el
resto del grupo. Las versiones son extremadamente equilibradas y cuidadosas.
Tal vez demasiado, en el sentido de que tal vez falte algo de variedad, todo
está demasiado medido, demasiado pensado. Escuchemos, por ejemplo, el tiempo
lento del op. 9 nº 3:
Ej. 603
No se puede decir que esté mal tocado: todo lo contrario.
Pero el pulso es demasiado metronómico, algo monótono.
De todas maneras, estamos ante una gran versión. Escuchemos
el scherzo del op. 9 nº 1:
Ej. 604
Anne-Sophie
Mutter-Bruno Giuranna-Mstislav Rostropovich
No puedo evitarlo, en cuanto veo a la Mutter haciendo música
de cámara se me disparan todas las alarmas y me echo a temblar. Sus recientes
proyectos con las sonatas de Beethoven, la obra de Mozart y Mendelssohn o las
sonatas de Brahms son cada uno más exagerado en cuanto a narcisismo sonoro y
desprecio total por el compositor. Tocar Brahms como si fuera Debussy es
inaguantable. Afortunadamente, la grabación que nos ocupa no es reciente y
todavía no había desarrollado todas las tonterías que hace actualmente. De
nuevo nos encontramos con la reunión de tres grandes solistas (tal vez Giuranna
un poco menos conocido), y el resultado, sin embargo, no es tan brutal como con
Harrell y compañía.
De nuevo echamos en falta la homogeneidad sonora, cada uno
es de su padre y de su madre y no empastan ni a tiros. La Mutter con su
nerviosa manera de tocar, su vibrato eléctrico omnipresente y la manía de
encararlo todo como si se tratara de música de virtuosismo. Escuchemos, por
ejemplo, el segundo minueto del op. 3:
Ej. 605
Es como si le hubieran obligado a tocar absolutamente todas
las notas con el vibrato más rápido posible.
O el Adagio del op. 9 nº 3:
Ej. 606
Se le nota una cierta impaciencia, como si se aburriera de
tocar cosas lentas, y aparte de eso vislumbramos lo que se convertiría años más
tarde en su característica más irritante: el sonido superficial, sul tasto,
empleado para todo.
Sus compañeros nacen lo que pueden, en especial
Rostropovich, que derrocha musicalidad y buen hacer en todo lo que toca.
Una versión, salvando todas mis manías personales, buena en
general. Con la Mutter me pasa que la admiro enormemente en los grandes
conciertos, sobre todo los grabados hace muchos años. Pero llegó un momento en
el que tal vez pensó que tenía que cambiar cosas y se fue al otro extremo...
Arthur Grumiaux-Georges Janzer-Eva Czako
De nuevo nos encontramos con un gran solista y otros dos
más. Pero, contrariamente a la Mutter, con Grumiaux siempre acertaremos.
Grandísimo violinista en todos los campos: en los grandes conciertos y en la
música de cámara más exquisita. Recordemos sus fabulosos quintetos de cuerda de
Mozart.
En esta grabación destaca ampliamente la figura de Grumiaux:
su manera de tocar es inconfundible: sonido precioso, vibrato generoso y su
manera de encarar la afinación "expresiva" tan peculiar. Escuchemos,
por ejemplo, la magistral manera de delinear la melodía del 2º movimiento del
op. 3:
Ej. 607
Sonido bellísimo (qué notas finales...), planteamiento
expresivo de la melodía con sus puntos culminantes... una auténtica delicia.
O la chispeante polacca de la Serenade:
Ej. 608
¿Se puede tocar mejor esta música? derrocha gracia, belleza
de sonido, libertad rítmica...
Lo único malo de la grabación es que sus compañeros no están
a su altura, ni mucho menos. Siendo grandes músicos, la diferencia con Grumiaux
se nota en numerosos pasajes. En todo caso, una gran versión, aunque sea solo
por el violín.
Leopold String Trio
Esta es la versión que he empleado para los ejemplos de
presentación del comienzo del post, por lo que no voy a añadir más ejemplos, y
es una versión que me encanta. En este caso estamos ante un trio estable, en el
que no destaca ninguno de sus miembros sobre el resto. No existe, pues, ningún
protagonismo y los tres instrumentos empastan de maravilla. En la época de la
grabación estaba formado por Marianne Thorsen (violín), Sarah-Jane Bradley
(viola) y Kate Gould (chelo), si no me equivoco sus componentes fundadores. La
lástima es que este trio ha ido cambiando durante los años varios componentes,
y en la actualidad tan solo queda la chelista. Y el trio actual no tiene nada
que ver con el que nos ocupa, sobre todo por la afectada y exagerada manera de
tocar del actual viola, Lawrence Power.
Se trata de una bellísima versión, extremadamente musical:
sin ninguna exageración, con la expresividad justa pero con una enorme
imaginación rítmica que hace una delicia su escucha. Si a ello unimos que no
destaca ninguno de los tres instrumentos y que su nivel es muy homogéneo, pues
estamos ante la versión ganadora (en mi opinión, claro)
L'Archibudelli
Es complicado comparar las versiones anteriores con la de
L'Archibudelli, porque se trata de planteamientos muy diferentes. Formado por
Vera Beths (violín), Jurgen Kussmaul (viola) y Anner Bylsma (cello), se trata
de un grupo con variadas formaciones que toca con instrumentos y técnicas
historicistas, aunque no muy extremadas, para entendernos. Escuchemos, por
ejemplo, el comienzo del allegro del op. 9 nº 1:
Ej. 609
Se trata de una versión muy transparente, en la que nada
sale forzado (recordemos el mismo fragmento por Perlman & co. (601)
O el final del mismo trio:
Ej, 610
Sorprende de nuevo la enorme claridad de texturas.
Es complicado escuchar esta versión después de todas las
anteriores, pero se trata de un grupo que siempre es interesante en todo lo que
ha grabado.
En resumen, mi versión preferida es la del Leopold String Trio,
en su formación original. Si tenéis curiosidad, en youtube hay algún fragmento
de estos trios con la formación actual, y no tiene nada que ver. Y la versión
del Trio Zimmermann también es espléndida.
Un trabajo verdaderamente sensacional.
ResponderEliminarMe apunto a tus entradas, todo un ejemplo.
Un beso.
Pues todo un honor, viniendo de quien viene...
EliminarUn abrazo
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarAgradeceros estas soberbias páginas que publicáis. Gracias, gracias
ResponderEliminarGracias a tí por comentar
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