The Academy of St. Martin in the Fields - Meirion and Susie Harries
Con la triste noticia del fallecimiento
de Neville Marriner he vuelto a leer el presente libro, que trata de los
primeros años de la orquesta que fundó, The Academy of St. Martin in the
Fields. Es un libro de 1986 escrito por Susie Harries, hija del mismo Marriner
en su primer matrimonio, y su marido.
En anteriores entradas he señalado mi
predilección por esta orquesta en muchos repertorios: en mis tiempos de
estudiante había una enorme diferencia entre las versiones de música barroca de
Marriner con su ASMF en comparación con las existentes: Richter o Munchinger,
con sus versiones serias y sólidas, como un panzer alemán, I Musici con su
sonido excesivamente vibrado y su articulación eternamente "alla
corda", contrastaban enormemente con la elegancia, la variedad y el estilo
chispeante y rítmico de Marriner. Luego fui descubriendo que en compositores
posteriores se mantenían esas cualidades: siempre prefería su Mozart al de
Bohm, o su Haydn al de Dorati, por poner unos ejemplos.
La ASMF nació de una manera curiosa y
algo casual: alrededor de Marriner se juntaron unos cuantos músicos de orquesta
hartos de los directores ("refugees from the conductors", como señala
Marriner en el libro), que pensaron que se podía hacer ese repertorio con un
grupo pequeño, sin director, y funcionando de una manera democrática, con mucha
más participación de cada músico individual en las decisiones. Pero no penséis
que eran unos cuantos desharrapados: entre ellos había concertinos de varias
orquestas británicas, y todos tenían un nivel impresionante. Se ensayaba sin
horarios, minucionamente, a menudo en el domicilio de Marriner, buscando la
excelencia. En un principio era un trabajo complementario al de cada uno en sus
respectivas orquestas , y así cuntinuó durante muchos años.
Otro aspecto curioso de la ASMF es que
funcionó de una manera opuesta a muchas orquestas: normalmente una orquesta da
muchos conciertos, consigue fama y comienza después a hacer grabaciones. En la
ASMF fue justo lo contrario: las grabaciones comenzaron muy pronto, y tuvieron
tanto éxito que se sucedieron con rapidez, consiguiendo una fama que les
precedía en sus conciertos y sus giras. Si no me equivoco, Marriner fue el
director clásico con más grabaciones, después de Karajan.
La orquesta fue ampliando repertorio:
aparte del barroco se comenzó con los clásicos y más tarde con la música más
moderna. Para ello se amplió el grupo original con viento y con más cuerda. Y
llegó el momento en que se vio que, por razones prácticas, era poco operativo
seguir con el mismo método de trabajo: ya no se podía ensayar eternamente y sin
horarios, no todos los músicos podían expresar su opinión, y era más difícil el
ajuste de un grupo grande sin director.
Marriner había hecho sus pinitos
esporádicamente dirigiendo cuando había coros o en ocasiones
similares, pero siempre se había resistido a ir contra la filosofía original de
la ASMF, que era tocar sin director. Pero llegó un momento en el que vió que no
podía tocar y marcar a la vez, y reconoció, con una enorme modestia, que se
estaba convirtiendo, en sus propias palabras, "en el tipo de violinista
que no pensaría en contratar". Su maestro de dirección, Pierre Monteux, le
dijo en una ocasión: "ponte de pie y dirige como un hombre". Y así lo
hizo.
Pese a algunos recelos iniciales de sus
compañeros, la situación se aceptó de una manera muy natural: Marriner tenía
unas grandes cualidades para hacer esa tarea: gran exigencia, mucho tacto y
psicología, y un sentido práctico muy desarrollado que le hacía rentabilizar el
tiempo de ensayo y grabación de una manera muy significativa.
A partir de allí la ASMF se dividió de
una manera natural en tres agrupaciones diferentes: el pequeño grupo de cuerda
que tocaba sin director, generalmente liderado por Iona Brown o Kenneth Sillito,
la orquesta algo más grande con Marriner, y un pequeño y variado grupo de
cámara, la Academy of St. Martin in the Fields' Chamber Ensemble. Y de esa
manera continuaron sus éxitos en los estudios de grabación y en sus conciertos
y giras.
El libro se lee con avidez: está dividido
en capítulos que tratan de sus diferentes épocas y, más tarde, de sus
diferentes actividades: las giras y viajes, las grabaciones, los ensayos, etc.
Y la verdad es que es un placer leerlo porque está trufado de divertidas anécdotas
que demuestran una vez más que los ingleses, con toda su fama de serios, son
capaces al mismo tiempo de ser la gente más traviesa e infantil que existe.
Sirva esta pequeña reseña como mi pequeño
homenaje a Neville Marriner.
El libro se puede encontrar de segunda
mano en iberlibro
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