Dicen que rectificar es de sabios. En mi caso, tendría que
decir que no es de sabios, sino de tontos cargados de prejuicios. Janine Jansen
siempre me ha parecido una gran violinista, pero visualmente siempre me ha
parecido muy exagerada, con mucho movimiento, abundancia de muecas, gestos, que
en ocasiones me han parecido fuera de lugar.
Pues bien, me voy a tener que tragar mis palabras, una
detrás de otra. Sus últimos discos de Bach (las Invenciones y Sinfonías, con la
2ª Partita, y los Conciertos para violín) me han parecido modélicos. Asímismo
he podido ver un DVD titulado "Janine", así como suena, de un tal
Paul Cohen, mezcla de documental y película, donde nos la presenta en su vida
diaria. Y la verdad es que mi idea ha cambiado totalmente. Dando por descontado
que se trata de una violinista de una enorme técnica, es que musicalmente es
espectacular. Y precisamente me he dado cuenta de ello en el repertorio más
camerístico, como es el disco que nos ocupa.